EL JARDÍN DE LAS HADAS
Tuvieron que esconderse, pero no lo hicieron en cualquier lugar. Las hadas se escondieron en un precioso jardín lleno de flores.
Sus alas pasan desapercibidas porque pueden confundirse con las de las mariposas, pero un fino rastro de su polvo dorado las delata y si te fijas bien puedes hasta encontrarlas. Para ello tienes que prestar mucha atención. Les gusta refrescarse con el rocío de la mañana, tomar los primeros rayos de sol, reír a carcajadas y jugar al despiste. Si quieres verlas, trata de pensar como ellas y lo más importante, si las necesitas, llámalas porque entonces, aparecerán.