LA ÚLTIMA NOCHE

En medio del escenario sujetó fuerte ese micrófono años 50 que tantas noches la acompañó. La iluminaba una luz ténue y un único foco central. No hacía falta más. Esa noche irradiaba la suya. Sonreía como nunca; dulcemente, acompasada del resplandeciente brillo de sus ojos.
La voz, desgarradora y tierna fue entonando miserias, notas clavando puñales, desventuras y congojas transformadas en melodías.
Sin modificar el suave rostro, solo una lágrima deslizó por él hasta alcanzar su pecho. Rompió el corazón de cristal.