Me declaro consumidora, es más, dependiente de Cultura. No podría vivir sin ella. Sin música, sin libros, sin contemplar una fotografía, una obra de arte, de teatro, una película; de esas que te dejan tocado, que te transforman, que te revuelven, que te llevan a permanecer sin palabras para luego decirlas todas. No me puedo imaginar cómo hubiera sido este confinamiento o una existencia sin ella.
Para mí sí es una necesidad básica; una primera necesidad. Podría prescindir de otros bienes, no al que recurro cuando necesito respirar, pensar, sentirme libre; el que me aporta y me llena.
No entiendo, en esta situación, de aviones abarrotados, de aglomeraciones, de metros llenos de personas, de prostíbulos abiertos. No entiendo de botellones, de fiestas clandestinas, de irresponsables.
Sí lo hago de la gente que con todas las medidas de seguridad y sanitarias intenta sacar su trabajo adelante y los que con responsabilidad lo demuestran.
Mi apoyo pleno a todo el sector Cultural. Por una Cultura Segura. Se puede. Y la hay.