Calentita, aún en la cama, observo por la ventana cómo lucen estos soleados y fríos días.
Árboles que bailan al ritmo del viento. Viento que exaspera y transforma en vendaval; que desprende hojas, arranca ramas, genera gigantes olas, grito enfurecido del mar.
Vendaval que arrasa, destruye, despeina, revuelca, alborota y luego amaina.
Y yo lo observo, aquí calentita, desde la cama.