Fundo a blanco y tiemblo. Pero tu mano fuerte aprieta la mía y regreso.
Vuelvo a temblar y me abrazas, me rodeas.
Mis ojos cerrados sonríen. También mi boca, mientras por la comisura de uno de ellos escapa una lágrima.
Respiro, intensamente. Y cuando clavas tu nariz en mi espalda, caigo en un sueño delicado y profundo en el que vuelves a estar.