Te saben especial, aunque ni te des cuenta. Entras y llenas espacios con tu presencia.
Focos que te iluminan, pero eres tú quien luz irradias.
Ojos que liberan destellos y sonrisas esparciendo alegría, simpatía.
Mechas que enciendes y enganchas.
Carisma, magnetismo, embrujo. Eso que llaman duende, ese algo, ese todo.