LA PEQUEÑA MARINERA
Vivía en un pequeño pueblecito marinero con casitas y barcas de colores. Una de ellas, la roja, era de su padre, que todas las mañanas salía muy temprano con ella. Algunas veces, dejaba que la niña le acompañase y eso le encantaba. Aprendió a escuchar el sonido del viento, a observar el mar, incluso a navegar un poquito. Lo tenía claro, de mayor quería ser marinera. Se lo dijo a las olas, a las conchas que encontró en la playa y al capitán de un gran buque. Éste, sonriendo le preguntó: “¿Y por qué, pequeña?”. “Mire, señor”, le respondió “El mar me acunaba cuando solo era un bebé, ahora me cuida, y cuando crezca me llevará a todos esos lugares que quiero ver”.